Ya no jugábamos como antes, era algo que solía repetir en esa época, las obligaciones que nos trajo el crecer, día a día fue mermando nuestra posibilidad de entretenernos, ya no podíamos hacer lo que solíamos hacer, o por lo menos no con la misma intensidad. Atrás quedaron los días de maratones frente al PC, desvelos y sana competencia entre amigos de países injustamente distantes. Aun así, acá estamos, tal cuales alquimistas, fabricando tiempo de la nada, pues técnicamente el tiempo es oro y no hay mayor hazaña para un alquimista que crear oro de aparentemente, nada.